ACNUR nace después de la II Guerra Mundial con el objetivo de solucionar la realidad de los refugiados creado tras el conflicto y con una vo-luntad transitoria. El caso es que, casi un siglo más tarde, continuamos teniendo un número creciente de desplazados forzosos y refugiados en el mundo. Esto, evidentemente, no es un pro-blema provocado por ACNUR, que, al contrario, trata de ayudar a esas personas que se han vis-to forzadas a abandonar su casa, pero creo que el mero hecho de que exista nos debería hacer reflexionar respecto a cómo es posible que no seamos capaces de resolver nuestros problemas de otra manera… Pregunta: Pero menos mal que existe… Respuesta: Como digo, para mí, en un mun-do ideal, ACNUR no tendría que existir, con lo que yo dedicaría mi tiempo libre a otras cosas. Sin embargo, la realidad es que ACNUR es tan necesaria hoy como cuando se fundó. Así que, desde ese punto de vista, la organización es el símbolo de un fracaso, pero, al mismo tiempo y por la parte que me toca dentro de los comi-tés español y catalán, es algo muy bonito por-que supone un permanente recordatorio de que las personas son solidarias, se preocupan por el prójimo y encuentran la energía, el tiempo y las ganas para ayudar a los que están en una situación peor. Pregunta: Aunque tengamos la sensación de que ACNUR ha existido desde siempre porque, proba-blemente, ya era necesaria mucho antes de su crea-ción. Pero, ¿cuáles cree que han sido los grandes logros alcanzados desde su nacimiento en 1950 y cuáles deberían ser los próximos objetivos con la vista puesta en su, no tan lejano, centenario? Respuesta: Yo creo que el principal logro de ACNUR durante estos más de 70 años de exis-tencia es haber sido capaz de proporcionar ayu-da a un elevado número, desgraciadamente creciente de refugiados y desplazados forzosos. Hablamos de 100 millones que, cuando yo em-pecé a colaborar con la organización, hace unos años, era sustancialmente menor. Por desgracia, este año, como consecuenica de los conflictos en Afganistán y en Ucrania, hemos alcanzado esa cifra redonda tan horrible, con lo que definiti-vamente, como dije, para mí el gran logro está en haber podido ayudar a tantísimas personas. En cuanto a los próximos objetivos, en un mun-do ideal, abogo por la desaparición de ACNUR, es decir, que su existencia ya no sea necesaria. En un mundo menos ideal, sería todo un triun-fo tener que atender a menos refugiados por-que va disminuyendo el número. Y, en el mundo real que nos toca vivir, en mi opinión, más que un objetivo, existe un reto al que ACNUR ten-dría que aspirar de aquí a su centenario, que no es otro que el de encontrar recursos suficientes para atender toda la demanda que se genere. Pregunta: Como usted, José María, y muchos de nuestros lectores y oyentes conocen, la Fundación Jesús Serra (FJS), siempre comprometida con cau-sas sociales y de ayuda a los más desfavorecidos, colabora con ACNUR desde 2021, poniendo espe-cial énfasis en la infancia y en sus carencias. A través del programa de Becas (DAFI), la iniciati-va de apoyo al estudio para refugiados más am-plia y extensa del mundo, la FJS financia la beca anual de varios miembros de este colectivo. ¿Cree que este tipo de colaboraciones se podrían gene-ralizar? ¿O, por el contrario, piensa que la crisis geopolítica y económica en la que estamos inmer-sos dificultará iniciativas como esta? Respuesta: No, creo que estas iniciativas se van a generalizar y expandir. Y desde luego, me gus-taría agradecer de nuevo a la FJS su generosí-sima colaboración y participación en el progra-ma de becas. Como bien decías, este permite a los refugiados acceder a estudios universitarios y del que se han beneficiado, hasta ahora, algo más de 21.000 estudiantes. Muchos de ellos ya están de vuelta en sus países, en los que pueden ayudar con lo aprendido. Gracias a la financia-ción de la FJS, este año nos hemos podido per-mitir dar estudios universitarios a 12 personas, que es un número importante. Aunque, desde la crisis de 2008, se están reduciendo las ayu-das gubernamentales y públicas a ACNUR, la merma se está cubriendo por ahora y ojalá siga produciéndose en el futuro, con aportaciones privadas. Instituciones como la FJS u otras em-presas han entendido la necesidad de dar un paso adelante y han asumido la necesidad de ayudar a entidades como la nuestra. Creo sin-ceramente que tanto este tipo de instituciones privadas como las personas de a pie que cola-boramos con ACNUR vamos a estar a la altura, ya sea de manera puntual o en proyectos de co-laboración extendidos en el tiempo. Pregunta: Entonces, ¿está convencido de que la iniciativa privada sustituirá la falta de dinero pú-blico para este tipo de cuestiones? Respuesta: Idealmente, debería ser así. En España, por ejemplo, la mayor parte del dine-ro conseguido por ACNUR proviene del sector privado. El Gobierno español ayuda a ACNUR, igual que lo hacen la mayoría de los gobiernos de nuestro entorno, y las instituciones locales y regionales también. Pero al final, el grueso de los donativos que se consiguen proviene de instituciones como la FJS, de empresas priva-das y del ciudadano común, que acaba sacando 50 euros de aquí o 200 euros de allá. De hecho, la situación de nuestro país te diría que es un poco excepcional, y es que la importancia de los donativos privados no se alcanza en el resto del mundo. Ojalá otras sociedades civiles fueran tan generosas como la española, puesto que la cantidad de dinero destinado por los Ejecutivos a organizaciones como ACNUR va a disminuir. Pregunta: Precisamente, al hilo de lo que comen-ta usted, José María, la FJS ha ayudado a ACNUR a dar respuesta a la situación de emergencia en Ucrania mediante una donación colectiva. Ya se han aportando los primeros 25.000 euros de un total de más de 50.000 recaudados, como comen-tábamos antes, gracias a ese hábito colaborativo que se observa en la sociedad española por sobre otras y que se ha visto reflejado en el colectivo de los empleados y mediadores de Grupo Catalana Occidente, que han contribuido de forma masiva y desinteresada. Esta iniciativa ha cubierto las necesidades de alrededor de 1.500 personas en forma de dinero en efectivo, kits de higiene, sa-cos de dormir y mantas térmicas. ¿Cómo ha vivi-do usted este proyecto, teniendo en cuenta que la guerra parece que se prolonga? Respuesta. Pues lo he visto con una mezcla de orgullo y de preocupación, porque, al principio de la guerra, lo que vimos es que iba a produ-cirse un elevado número de desplazamientos sin fecha de retorno en un plazo sensato. Pero la verdad es que posteriormente empezamos a comprobar que algunos de esos desplazados habían podido volver antes de lo que pensába-mos.Muchos otros no y, como comentas, no pa-rece que el conflicto se vaya a resolver a corto plazo. Desde ese punto de vista, nos preocupa mucho el hecho de que la necesidad de ayuda no va a disminuir; incluso, es muy probable que se incremente en invierno. Lamentablemente, el conflicto bélico de Ucrania ya no forma parte de las tres primeras páginas de los periódicos. De forma inevitable, con el paso del tiempo, se anteponen otros temas y el conflicto quizá está hoy, un poco menos cerca del corazón de las per-sonas de lo que estaba en marzo o en abril. A pesar de ello, creo que es importante que ten-gamos en cuenta que ha venido para quedarse entre nosotros una larga temporada. Eso supo-ne que toda la gente que ha tenido que aban-donar su país va a seguir necesitando nuestra ayuda. Por tanto, desde ese punto de vista me preocupa que la inmensa solidaridad que tuvi-mos al principio se diluya. De igual forma, es difícil no sentirse orgulloso de reacciones como la que tuvo Grupo Catalana Occidente, sus tra-bajadores, sus mediadores y las demás perso-nas afines. Esa generosidad en la reacción para ayudar a personas vulnerables nos hace sentir tremendamente orgullosos. Pero también debo decir, que no es algo que yo haya descubier-to a raíz del estallido de la guerra de Ucrania, sino que lo llevo viendo desde que colaboro con ACNUR; y es que la sociedad española es, si no la más, una de las más solidarias del mundo. No somos el país más rico, pero sí uno que en-seguida encuentra una razón para ayudar a las personas que lo necesitan y, por supuesto, así es en el caso de los refugiados de Ucrania. Pregunta. Para terminar, además de agradecerle mucho habernos dedicado estos minutos, nos gus-taría solicitarle un pronóstico sobre hacia dónde cree que se encaminan este tipo de alianzas como la que mantienen ACNUR y la FJS y preguntarle si ve posible un futuro más solidario con el colec-tivo de refugiados a nivel global. Respuesta. Yo quiero creer que sí. Tal como dice Antonio Garrigues, nuestro presidente de honor, “no tenemos derecho a ser pesimistas y estamos obligados a ser optimistas”. Tanto en España como en el mundo, ACNUR consigue financia-ción fundamentalmente de los Gobiernos, pero, sobre todo, de particulares. Es verdad que las empresas y las fundaciones han tenido un pa-pel más limitado hasta ahora, pero quiero pen-sar que la creciente colaboración nos permiti-rá contar con más ayuda de entidades como la FJS en programas de colaboración y de natura-leza más estable en el tiempo. De igual modo, podremos maximizar el impacto positivo que conllevan este tipo de ayudas. Esta visión no es un derroche de optimismo incurable, sino que es el resultado de lo que venimos observando hasta ahora. Ojalá que así sea José María. Hasta aquí llega nuestra charla. Le agradecemos vivamente su presencia, le felicitamos por la labor que lleva a cabo la organización que preside y le animamos a continuar con su imprescindible tarea. Y, a nues-tros oyentes y lectores, les emplazamos hasta una próxima edición de Perfiles, de Grupo Catalana Occidente.