La obesidad es una enfermedad crónica y su prevalencia es cada vez mayor, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la define como un índice de masa corporal (IMC) superior a 30, según el rango del IMC podemos hablar de obesidad tipo I (30-35), obesidad tipo II (35-40) y obesidad tipo III (>40).
Este trastorno metabólico es crónico y se produce por un desequilibrio entre la ingesta y el gasto, resultando un balance de energía positivo y una excesiva cantidad de tejido adiposo.
La obesidad en el embarazo es un factor de riesgo tanto para la mamá como para el bebé. Si una mujer se queda embarazada con un IMC superior a 30 tiene más riesgos de sufrir complicaciones durante el embarazo y en el parto.
Si aún no estás embarazada, y presentas sobrepeso u obesidad, es probable que te cueste más quedarte embarazada ya que uno de los factores de riesgo es la infertilidad.
Entre las complicaciones de la obesidad en el embarazo, encontramos que puede haber tanto para la mamá como para el bebé.
Es de gran importancia comenzar el embarazo con un peso saludable para así evitar complicaciones que puedan surgir a lo largo del mismo. En este caso el ginecólogo o nutricionista pueden darte pautas a seguir para llevar un embarazo sano.
Se recomienda llevar una alimentación variada, equilibrada y con alimentos “reales”, evitar aquellos alimentos procesados o con muchos ingredientes en su composición, realizar actividad física diariamente y mantener un descanso adecuado serían algunas de las recomendaciones para tener un peso saludable antes del embarazo.
El peso que debes aumentar a lo largo del embarazo depende del peso con el que comenzaste el mismo, siendo diferente este si lo comenzaste con bajo peso, con un peso normal o con sobrepeso.
Como comentamos anteriormente, es importante mantener, durante todo el embarazo, un peso saludable para que el bebé nazca con un peso normal.
Tu alimentación tiene que ser saludable, hace tiempo que los especialistas desterraron el mito de que “durante el embarazo hay que comer por dos”. Lo más importante es que consumas las calorías necesarias mediante una alimentación variada que contenga:
Además evita el consumo de alimentos procesados y azucarados como galletas, bollería industrial, refrescos, patatas fritas, etc. Evita también el consumo de pescados de gran tamaño, por su elevado contenido en mercurio, y recuerda que está desaconsejado el consumo de alimentos curados como embutidos, quesos elaborados con leche cruda, así como pescados crudos, salmón ahumado, etc.
Y sobre todo lleva una vida activa, realiza ejercicio físico, adaptado a tu caso. La actividad física aporta multitud de beneficios tanto a la madre como al bebé. Si antes del embarazo eras una mujer activa no es necesario que cambies tus hábitos. Intenta realizar, al menos, 150 minutos semanales de actividad, ya sean caminatas o actividades de resistencia.
Como hemos podido leer a lo largo del artículo, la obesidad en el embarazo puede traer complicaciones tanto para la madre como para el bebé. Por lo tanto es importante llevar una alimentación equilibrada, realizar actividad física moderada y sobre todo llevar un seguimiento médico adecuado. No olvides, ¡cuida tu alimentación para poder disfrutar de un embarazo saludable! Y si lo necesitas, no dudes en acudir a un especialista.