Una arritmia, conocida como palpitación, es una alteración del ritmo cardíaco. Provocan que el corazón lata demasiado rápido, lento o de una forma irregular. Hay muchos factores que pueden provocarla, como un ataque cardíaco, obstrucción de las arterias del corazón, presión arterial alta, tabaquismo, abuso de alcohol o cafeína, diabetes, tumores o estrés.
Los síntomas que pueden hacer saltar la alarma de padecer una arritmia son la dificultad para respirar, dolor y agitación en el pecho, sudoración o mareo.
Existen dos grandes grupos en los que se separan los tipos de arritmias: las aceleraciones de latidos (taquicardias) y los latidos más lentos (bradicardias). Te contamos su clasificación y cuáles son sus principales diferencias.
Las bradiarritmias se caracterizan por tener una frecuencia cardíaca en reposo inferior con menos de 60 latidos por minuto. Este tipo se produce cuando el impulso eléctrico que estimula la contracción del corazón no ocurre con el marcapasos natural del corazón.
Es importante destacar que la frecuencia baja en reposo no siempre indica que hay un problema de bradicardia. En caso de estar en buen estado físico, puede que el corazón sea capaz de bombear sangre de manera correcta.
Este tipo de arritmia afecta generalmente a las personas mayores y en menor medida a personas de edad más temprana, incluso niños. Estos son los tipos de bradiarritmias que existen:
Las taquicardias se caracterizan por tener una frecuencia cardíaca muy elevada, superior a los 100 latidos por minuto. Existen distintos tipos de arritmias de taquicardias, en función de dónde se origine este ritmo acelerado.
Como ves, existen tipos de arritmias diferentes que destacan por tener características distintas, en función de qué las ocasione. Si has padecido algún episodio con alguno de estos síntomas o tipos de arritmias, es esencial hacer seguimiento con un especialista cardiólogo para identificar cuál tienes, el origen y recibir el tratamiento más adecuado según tu caso particular.