La glándula de la tiroides tiene forma de mariposa, está situada en la parte baja de la garganta y su función es secretar las hormonas que se encargan de regular el metabolismo, así como de controlar el consumo de oxígeno en los tejidos, el uso del azúcar y la producción de energía. Para su correcto funcionamiento necesita yodo, el cual no se encuentra en nuestro organismo sino que tenemos que obtenerlo a través de alimentos ricos en este elemento.
Si esta glándula no produce suficientes hormonas, puede derivar en hipotiroidismo, mientras que se trata de hipertiroidismo cuando las secreta en exceso. Como tratamiento para este último, así como en casos de cáncer de tiroides, se usa la terapia de yodo radioactivo, con el cual se pretende destruir las células innecesarias o dañadas (en caso de cáncer).
El yodo radiactivo, también denominado I-131, es un isótopo del yodo que emite radiación que se usa para destruir las células sobrantes de la glándula de la tiroides cuando esta las produce en exceso, lo que puede derivar en un trastorno de hipertiroidismo o en cáncer de tiroides.
La terapia con yodo radioactivo se puede utilizar para casos de hipertiroidismo que no han podido ser tratados con medicación antitiroidea. También para la destrucción de cualquier tejido tiroideo que no ha podido ser extirpado mediante cirugía, así como para tratar determinados tipos de cáncer de tiroides que se han propagado a los ganglios linfáticos o bien a otras partes del cuerpo.
Por lo general, para cánceres pequeños de la glándula de la tiroides que no se han propagado se opta mayormente por la cirugía. Sin embargo, el uso de yodo radiactivo para cáncer de tiroides que sí se ha expandido a otras partes del cuerpo es muy común, ya que posibilita que las personas que lo padecen vivan durante más tiempo.
El tratamiento con yodo radiactivo para casos de hipertiroidismo o cáncer de tiroides es sencillo, no invasivo y no requiere de hospitalización:
Por lo general, en casos de hipertiroidismo, una dosis es suficiente para curarlo, aunque en ocasiones se necesita una segunda o tercera dosis. El resultado, en general, es que al cabo de 8-12 semanas los niveles de la glándula de la tiroides van volviendo a la normalidad, y se estabilizan por completo al cabo de 6 meses.
Por otro lado, se establece una serie de recomendaciones durante el tiempo que dura la terapia con yodo radiactivo, pues la radioactividad se mantiene en la glándula de la tiroides durante algunos días:
La terapia con yodo radiactivo puede conllevar algunos efectos secundarios, como:
Sin embargo, en general, se trata de un tratamiento muy seguro y con una alta dosis de eficacia.
El yodo radiactivo se utiliza para fines médicos en trastornos o cánceres relacionados con la glándula de la tiroides, la cual necesita yodo para funcionar correctamente. En casos de hipertiroidismo o cáncer de tiroides, en los cuales la producción de hormonas es excesiva, el yodo radiactivo se presenta como una solución para eliminarlas, lo cual permite que los niveles vuelvan a la normalidad.
Durante el tiempo que dure el tratamiento con yodo radiactivo se recomienda mantenerse alejado de otras personas, sobre todo de niños y embarazadas, hacer el resto de tareas de manera individual, así como usar y lavar los utensilios de cocina y las prendas de cama y baño por separado. A pesar de esto, el proceso en sí es sencillo, pues solo hay que ingerir una dosis en forma de cápsula o líquida, y el resultado es muy eficaz.