La nutrición celular también conocida como “nutrición ortomolecular” es una rama de la medicina ortomolecular, que pretende tratar y prevenir las enfermedades crónicas mediante el aporte exógeno de las dosis óptimas de micronutrientes y moléculas que necesitamos para el correcto funcionamiento de nuestro organismo.
A finales del año 2019, el Gobierno de España, a través de los Ministerios de Sanidad, Consumo y Bienestar Social, y de Ciencia, Innovación y Universidades, en su cruzada para luchar contra aquellas técnicas o terapias que no ofrecen ninguna validez científica y que atentan contra la seguridad del paciente, publican el primer informe en el que clasifican la medicina ortomolecular como una pseudociencia. Para ello se basan en que dicha terapia no tiene ningún ensayo clínico aleatorizado, revisiones sistemáticas o meta-análisis sobre su eficacia o seguridad, por lo que no tienen soporte científico con metodología suficientemente sólida para acreditar su eficacia y seguridad.
A continuación, se analizarán sus fundamentos y qué papel puede jugar en la nutrición humana
La nutrición ortomolecular pretende alcanzar el fortalecimiento de la salud, mediante el rejuvenecimiento, la prevención y el tratamiento de las enfermedades crónicas, recuperando el equilibrio fisiológico en el que se mantienen los cientos de millones de células de nuestro organismo.
El término ortomolecular (griego orto = justo) lo acuñó por primera vez el doctor Linus Pauling en 1969, en un trabajo en el que se analizaba el beneficio de un tratamiento con suplementos proteínicos, vitamina C y B3 a dosis muy altas en pacientes psiquiátricos. Definió la medicina ortomolecular como la “terapia que conserva la salud óptima y trata las enfermedades variando las concentraciones de las sustancias que están presentes en el organismo y que son necesarias para la buena salud”. Partiendo de esa premisa el Pauling, defensor de las extraordinarias virtudes de la vitamina C, basó su carrera en defender que el aporte de altas dosis de vitaminas, minerales y otros compuestos en la cantidad y proporción adecuados favorecen la prevención y tratamiento de un amplio abanico de enfermedades crónicas como las endocrino-metabólicas, cardiovasculares, autoinmunes, inflamatorias, neurodegenerativas, y psiquiátricas.
Aunque la teoría inicial de Pauling y de sus seguidores inicialmente parecía plausible las evidencias con el paso de los años no lo han corroborado.
La nutrición humana y la dietética son disciplinas científicas y se sustentan en teorías que se confirman o refutan mediante estudios científicos. Es precisamente ese compromiso con la ciencia lo que justifica que las recomendaciones no sean estáticas sino que se van modulando con el tiempo, generando la sensación de que se producen cambios de opinión cuando en realidad son nuevas evidencias que le dan mas consistencia a las recomendaciones científicas. Las experiencias individuales pueden conducir al planteamiento de nuevas hipótesis, como ocurrió con Pauling, pero estas deben ser refutadas mediante el método científico para eliminar sesgos y factores de confusión, así como para asegurar su efectividad y seguridad (ausencia de efectos adversos). En este sentido, cuando se somete la “nutrición ortomolecular” a este cribaje, al revisar las más importantes bases de datos científicas, no se halla ningún estudio de alta calidad que relacione esta terapia con algún tipo de beneficio para la salud, tanto en sujetos sanos como enfermos, ya sea a corto o a largo plazo.
El Comité de Nutrición y Alimentos del Instituto de Medicina de Estados Unidos y la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), organismos de referencia a nivel mundial que establecen las ingestas dietéticas de referencia, recomiendan no exceder el consumo elevado de vitaminas, minerales y otros compuestos con el fin de evitar efectos adversos tras su ingesta, tanto a corto como a largo plazo. Cuando se consumen altas dosis de vitaminas o minerales, sin justificación médica, como suele suceder con la nutrición ortomolecular, pueden aparecer graves problemas para la salud como: toxicidad del hígado, síntomas gastrointestinales, cálculos renales, exceso de absorción de hierro, hemorragias, toxicidad del sistema nervioso, problemas del metabolismo del calcio, etc.
Un ejemplo tradicional sobre el perjuicio de los suplementos vitamínicos para la salud es la vitamina E, que ha demostrado que a dosis elevadas podría aumentar el riesgo de sangrado y de hemorragia grave en el cerebro. Además algunos estudios indican que tomar suplementos de vitamina E durante varios años aumenta el riesgo de desarrollar cáncer. Esto hace que actualmente las diferentes sociedades científicas aconsejen el consumo de suplementos vitamínicos únicamente para cubrir el déficit carencial de ciertas patologías, lo que se aleja del objetivo que propugna la nutrición ortomolecular.
La nutrición celular o nutrición ortomolecular es una rama de la medicina ortomolecular que pretende, mediante suplementos, aportar las dosis óptimas de micronutrientes y moléculas que equilibren el funcionamiento de nuestro organismo, con el objetivo de tratar y prevenir las llamadas enfermedades crónicas. Sin embargo, actualmente carece de soporte científico, adoleciendo de una metodología suficientemente sólida para acreditar su eficacia y seguridad.
Un exceso en el consumo elevado de vitaminas, minerales y otros compuestos, puede contribuir a la aparición de problemas graves para la salud. Esto ha motivado que dentro del Plan para la Protección de la Salud frente a las pseudoterapias promovido por el Gobierno de España se haya clasificado como una pseudociencia, y por tanto no se deba recomendar.