La intolerancia a la lactosa es una de las dolencias digestivas más comunes en el mundo y especialmente salta a la luz en países desarrollados. No es una condición grave, pero puede resultar muy molesta. Si tienes intolerancia a la lactosa o simplemente quieres aprender más sobre ella, este artículo te resultará de gran utilidad.
La intolerancia a la lactosa es una condición del aparato digestivo en la que el intestino delgado carece de enzimas lactasa, que son las responsables de digerir la lactosa que se encuentra en los productos lácteos.
Estas suelen encontrarse en la pared de las células del intestino, que está replegado, en forma de vellosidades. Esto permite tener la máxima cantidad de enzimas en el mismo lugar. Cuando, por alguna razón, hay menos enzimas o menos vellosidades, la lactosa pasa a ser digerida por las bacterias del intestino: la tan famosa flora intestinal o microbiota.
La flora intestinal no está diseñada para digerir la lactosa de una forma tan eficiente, así que “decide” fermentarla en forma de ácido láctico. Debido a unos fenómenos físicos que se conocen con el concepto de osmosis, esto provoca que el intestino suelte agua y se estimulan los movimientos intestinales, dando lugar a los síntomas que tanto incomodan a la persona afectada.
Entre los 30 minutos y las 2 horas de consumir un producto lácteo, una persona con intolerancia a la lactosa puede experimentar:
Los síntomas de la intolerancia a la lactosa no suelen ser muy graves en términos médicos, pero pueden resultar muy incómodos en la vida diaria de aquellas personas que la padecen.
Según el origen de la intolerancia a la lactosa, encontraremos tres tipos:
Si tienes intolerancia a la lactosa:
Como ves, la intolerancia a la lactosa no es grave pero puede resultar muy molesta. Esperamos que gracias a este artículo hayas encontrado las respuestas que buscabas.