El dolor abdominal es una sensación de malestar en la barriga. Puede ser un dolor continuo o cólico (tipo retortijón), localizado en una zona del abdomen o generalizado, de inicio reciente (agudo) o mayor duración en el tiempo (crónico).
Las causas del dolor abdominal en niños y bebés son muy variables, habiendo un gran número de enfermedades que pueden provocar este síntoma. La causa más frecuente son las gastroenteritis agudas, aunque también es muy habitual el dolor secundario a estreñimiento.
La probabilidad de una causa u otra depende de la edad del paciente, y será con una historia clínica completa (en la que se evaluará las características del dolor, la localización, la duración y síntomas acompañantes) y con una adecuada exploración física como podamos establecer el diagnóstico certero:
Una de las causas más frecuentes de dolor abdominal en pediatría son las gastroenteritis. Se produce por una inflamación del tracto digestivo (desde estómago a intestino). En función de la zona afectada podemos encontrar unos síntomas o otros.
Lo más habitual es encontrar diarrea, que es la disminución en la consistencia de las heces (más blandas o incluso líquidas) y/o aumento de su frecuencia, pudiendo asociar dolor abdominal que llamamos cólico (tipo retortijón) y/o vómitos. Además de estos síntomas digestivos podemos encontrar síntomas generales como fiebre, malestar o inapetencia.
En ocasiones durante este proceso encontramos síntomas aislados (únicamente vómitos, únicamente diarreas o únicamente dolor abdominal) o asociarse varios de los síntomas mencionados (incluso el cuadro clínico completo). También pueden evolucionar los síntomas, pues es típico encontrar inicialmente vómitos que desaparecen en 24-48h apareciendo el cuadro de deposiciones líquidas que puede persistir más en el tiempo.
En la infección por COVID-19 se ha descrito una variabilidad muy importante de síntomas, siendo en ocasiones difícil diferenciar de otros procesos víricos habituales en bebés y niños. Unos de estos síntomas también son los vómitos, diarreas o dolor abdominal.
En caso que epidémicamente se sospeche COVID será el test de diagnóstico rápido quién confirme o descarte esta infección como causante. Una entidad grave que se ha descrito en las infecciones por COVID es el síndrome inflamatorio multisistémico, en el cual encontraríamos síntomas de alarma/gravedad: dolor abdominal muy intenso, dificultad para respirar, somnolencia o alteración de la consciencia.
La gastroenteritis es uno de los procesos infecciosos más frecuentes en la infancia, siendo un motivo muy frecuente de consulta. Es la inflamación de una de las porciones o de todo el tracto digestivo. La causa más frecuente de gastroenteritis en nuestro medio son las infecciones víricas (astrovirus, norovirus, enterovirus, rotavirus…).
El rotavirus es un virus muy frecuente que infecta prácticamente al 100% de los niños menores de 4 años, y a nivel mundial es responsable de diarrea grave infantil que requiere ingreso. Disponemos de una vacuna actualmente que puede evitar los síntomas graves de esta infección.
Otras veces puede estar provocada por bacterias (salmonella, yersinia, shigella, campylobacter…) o parásitos (giardia…).
En ocasiones se trata de gastroenteritis no infecciosas como por ingesta de alimentos en mal estado, toma de antibióticos, alergias, intolerancias o problemas con la absorción de los nutrientes.
El contagio de las gastroenteritis se produce por transmisión fecal-oral. Puede transmitirse persona – persona, contacto con las deposiciones de una persona enferma, contaminación de agua o de alimentos.
Por este motivo para prevenir su transmisión es importante:
La duración del proceso suele ser inferior a 7 días, aunque las deposiciones pueden tardar algo más de tiempo en normalizarse. Si la diarrea dura más de 10-15 días se considera prolongada y se recomienda consultar con el pediatra, no siendo recomendable modificar su dieta antes de ser valorado.
Lo fundamental en las gastroenteritis es evitar la deshidratación, pues cada vez que el niño defeca o vomita, pierde líquidos y sales minerales. Para ello debemos ofrecer líquidos a los bebés y niños de manera frecuente. Cuantas más deposiciones haga y más abundantes, más cantidad de suero debemos dar, siendo preferible dar en pequeñas cantidades sobre todo cuando hay vómitos asociados.
El líquido ideal a ofrecer en gastroenteritis son los sueros de rehidratación oral hiposódicos comercializados de venta en farmacias, con los que repondremos tanto los líquidos como los minerales perdidos durante el proceso. La concentración que tienen estos líquidos, cumpliendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), favorecen la mejor absorción de las sales minerales y del agua. Si el niño come aceptablemente y rechaza el suero podría ser suficiente con ofrecer agua.
No se recomienda el uso de bebidas isotónicas “para deportistas”, refrescos comerciales, zumos ni limonada alcalina.
Respecto a la alimentación no se recomienda hacer ningún tipo de ayuno ni una dieta especial, pues el tiempo que disminuye los síntomas no es clínicamente significativo (máx. 12-24 horas) Se recomienda ofrecer la alimentación prácticamente normal de manera precoz en cuanto el niño tenga apetito.
Debemos recordar que es normal que no tengan apetito, no se debe forzar, lo más importante es que se mantenga bien hidratado. Le ofreceremos sólidos, además de líquidos, si el bebé tiene hambre.
Deberá ser una dieta habitual, saludable, adecuada a la edad y en función del apetito del peque. Se recomienda respetar las preferencias del niño, siendo comidas apetecibles. La única premisa en la alimentación es evitar aquellos alimentos grasos y alimentos o bebidas muy azucaradas, así como alimentos no saludables.
Los bebés lactantes pueden y deben seguir comiendo leche (materna o adaptada) a demanda, sin forzar, y sin modificación de las fórmulas adaptadas por unas especiales ni cambiar las concentraciones. Es ideal para mantener un adecuado estado de hidratación.
También pueden seguir consumiendo leche o yogures sin ningún problema.
Los estudios han demostrado que en algunos casos el uso de probióticos pueden ayudar en el proceso de curación de las gastroenteritis gracias a la recuperación de la flora intestinal. Existen muchos tipos, y se ha visto que algunas cepas pueden acortar la duración de las gastroenteritis. No se dan de rutina en todos los niños con gastroenteritis, y debe ser el pediatra quien los paute, en función de los síntomas, y especifique la cepa concreta a administrar.
La mayoría de gastroenteritis se curan sin ninguna complicación, por lo que a priori un niño o niña con un cuadro de gastroenteritis que se encuentre bien, tolere líquidos y el proceso esté durando menos de una semana no sería necesario consultar al pediatra. Sin embargo, debemos tener en cuenta una serie de síntomas de alarma con los cuales debemos acudir al médico:
La gastroenteritis aguda es una infección intestinal muy frecuente en edad pediátrica, siendo uno de los motivos más frecuentes de consulta. La podemos sospechar por estos síntomas, heces líquidas y frecuentes, pudiendo estar acompañadas de vómitos, fiebre, dolor abdominal y pérdida de apetito.
La mayoría son víricas y auto limitadas; es decir, se curan solas sin necesidad de tratamiento. Lo importante en estos procesos y el objetivo del tratamiento es asegurar la reposición de líquidos para mantener una adecuada hidratación mientras el niño/a se recupera de la infección.
Una alimentación normal, precoz y sin forzar favorecerá la recuperación. Conocer estos consejos os ayudarán a manejar los síntomas de la enfermedad. En casos leves y niños con apetito puede ser suficiente beber agua de manera frecuente, pero si hay mayor número de vómitos o diarreas o el niño no tiene apetito sería recomendable utilizar líquidos de rehidratación oral.
Es importante valorar el estado general, a los signos de deshidratación (un bebé o niño bien hidratado estará contento y animado) y a la posibilidad o no de compensar el líquido perdido hidratando en casa.