La episiotomía es un procedimiento quirúrgico que consiste en la realización de un corte controlado del periné de la mujer, en la fase de expulsivo del parto, que tiene como objetivo ampliar el canal vaginal para facilitar la salida del feto. En caso de tener que llevarla a cabo, es necesario el consentimiento informado de la usuaria y garantizar una analgesia eficaz.
Existen varios tipos de episiotomía según la técnica a realizar por el profesional. En nuestro entorno, la más recomendada es la conocida como “medio-lateral” ya que se relaciona con tasas significativamente menores de lesiones del esfínter anal.
Según la “Guía de Práctica Clínica sobre la Atención al Parto Normal” publicada por el Ministerio de Sanidad en 2010, la episiotomía solo debe realizarse en contexto de una verdadera necesidad clínica. Es decir, en los casos de parto instrumental o sospecha de compromiso fetal.
Hasta hace algunos unos años, se pensaba que la episiotomía era mejor que un desgarro por tratarse de “un corte limpio”. Se defendía que su utilización disminuía la incidencia de lesiones del esfínter anal y de padecer incontinencia posparto. Es por ello que se realizaba rutinariamente en la gran mayoría de los partos. Actualmente, los estudios científicos avalan un uso restrictivo e individualizado de la misma, ya que se ha demostrado ampliamente que su empleo indiscriminado no mejora los resultados materno-fetales, a corto y largo plazo.
La realización de la episiotomía es una de las prácticas más cuestionadas dada la evidencia existente sobre sus efectos adversos. Podemos afirmar que aumenta el riesgo de: sangrado, cicatrización más lenta y dolorosa, infección, desgarros de tercer y cuarto grado, disfunciones y peor recuperación del tono del suelo pélvico, incontinencia, molestias en las relaciones sexuales y problemas psicológicos, entre otros.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta de que encontrar una tasa por encima del 20% no está justificado, marcando como objetivo recomendado un porcentaje menor del 10%.
En Europa, las tasas de episiotomía están muy por encima de lo recomendado por la OMS. Según el informe, “European perinatal health report: health and care of pregnant women and babies in Europe 2010”, España contaba con un porcentaje de episiotomías del 43%, situándose como el 8º país con mayores tasas de los 29 estudiados.
Según el Ministerio de Sanidad, en su informe de 2012 sobre “La Atención al Parto y Nacimiento en el Sistema Nacional de Salud”, se realizaron episiotomías en el 41.9% de los partos normales, resultado que se encuentra muy alejado de la práctica recomendable según el propio organismo (cifras inferiores al 15%).
En la actualidad, se desconoce la tasa real de episiotomías de nuestro país, sin embargo, los datos parciales consultados la sitúan en torno al 25% de los partos, en el año 2020.
Aunque en los últimos años el uso de la episiotomía ha disminuido notablemente, las cifras siguen siendo muy preocupantes. A pesar de los esfuerzos de las sociedades científicas que abogan por la humanización y desmedicalización de la atención al nacimiento, queda mucho trabajo por hacer.
La prevención de la episiotomía se debe basar, en primer lugar, en la actualización de la asistencia obstétrica basada en el respeto a la mujer y la integración del último conocimiento científico disponible. Es decir, es imprescindible que los profesionales seamos conscientes de que la episiotomía debe realizarse únicamente bajo una indicación de verdadera necesidad clínica y que es un recurso no exento de repercusiones en la calidad de vida de las mujeres a las que acompañamos.