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¿Qué son los activos corrientes? Ejemplos y definición

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Hablar de la contabilidad de una empresa puede resultar más complicado de lo que parece. Hay mucha terminología que da paso a confusiones por el gran parecido entre ellas. Uno de esos términos que mayor confusión genera entre contables y empresarios es el activo corriente. 

Antes de entrar en materia vamos a hacer un poco de memoria sobre lo que se conoce como el balance de situación. Este balance es una fotografía de cómo se encuentra la empresa en un momento concreto. Para hacer esta fotografía es necesario que se tenga en mente la siguiente ecuación:

Activo= Pasivo + Patrimonio Neto. 

Pues bien, dentro de la parte de activo, este se divide en dos partes: activo corriente y activo no corriente, una división que trae muchos quebraderos de cabeza ya que hay que saber diferenciar ambos términos bien y conocer cómo clasificar cada activo de una empresa. ¿El motivo de conocer esta importancia? Entre otras muchas cosas, la determinación del activo corriente nos hará saber si podemos hacer frente a las deudas a corto plazo que tiene la empresa o si, por el contrario, sufre un ratio de endeudamiento que puede poner en jaque la liquidez empresarial. 

Ahora que ya conoces la importancia de diferenciar entre activo corriente y no corriente, vamos a entrar en materia para que puedas llevar a cabo esta diferenciación sin problemas. 

Definición del activo corriente

El activo corriente, conocido también como activo circulante o líquido, son todos los recursos que tiene la empresa que pueden llegar a convertirse en dinero en el corto plazo, es decir, en menos de doce meses. Dicho de otra manera, son todos los activos que la empresa emplea para su día a día, de ahí que se llamen corriente, ya que están siempre en constante movimiento. 

Estos activos se pueden vender de manera sencilla o entregar como medio de pago. 

Principales diferencias entre el activo corriente y el no corriente

El activo no corriente serían todos aquellos activos que forman parte de la empresa cuya venta o uso no es tan inmediata. Es decir, son los activos que podrían convertirse en dinero en el medio o largo plazo. Maquinaria, edificaciones, construcciones… son algunos ejemplos de activos no corrientes. 

Hay que mencionar que estos activos nunca deberían financiar la falta de liquidez inmediata en la empresa ya que, si se hace esto, estaríamos afectando a la estructura financiera de la empresa. 

Activos corrientes: ejemplos que te ayudarán a identificarlos mejor

Ya te hemos explicado qué son realmente los activos corrientes y qué los diferencian pero, para que quede más claro vamos a ver una serie de ejemplos que te ayudarán a diferenciarlos mejor. 

  • Tesorería y caja. Todo el dinero líquido con el que ya cuenta la empresa forma parte del activo corriente. 
  • Mercancías y existencias listas para la venta. Todo lo que se ha comprado o fabricado cuyo periodo de venta sea inferior al año también entrará a formar parte del activo líquido. 
  • Inversiones financieras que se puedan recuperar en el corto plazo. Como inciso, en contabilidad siempre que se habla del corto plazo se hace referencia a periodos inferiores al año. 
  • Cuentas por cobrar en el corto plazo. En ocasiones tenemos facturas pendientes de abono por parte de los clientes. Si estas están previstas que se cobren en menos de un año las podríamos contabilizar dentro del activo corriente. 

Como ves, todo lo que se pueda convertir en dinero rápidamente entraría a formar parte del activo corriente.

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